...nadie sabe en verdad lo mucho que inspira el olor de un alma."


134 cosas

"Mezcla a tu prudencia un grano de locura".

Horacio

Tiene en su reloj sesentaisiete alarmas. El tiempo avanza junto con el olvido y no es prudente pasar por alto las 134 cosas que sí o sí debe hacer durante el día.

Un ritual específico para efectuar exterminio de la soledad, soledad del espacio que se contiene dentro de los minutos del tiempo encapsulado.

Cada timbre se relaciona con un color, el mismo color con el que están escritos los siguientes pasos que dará en el día.

A la seis de la mañana suena el primer ring ton para despertarla, la nota dice: limpiar las piedras del gato y asearme la cara.

Durante los entretiempos se distrae con los quehaceres obvios de una casa hasta la siguiente alarma: ventilar la humedad de los roperos y tomar agua.

El momento de hacer las compras nunca será parte de su olvido, Olivia es amante de las sensaciones climáticas, amante del olor del aire y de acariciar el viento. Camina con los brazos extendidos, con la intención de liberar sus alas.

El reloj de mano también tiene programados diferentes recordatorios, como llevar la lista de supermercado que Juana, la vecina, deja pegada con un imán a la heladera todas las noches antes de que la alarma avise que debe reprogramarlas y cerrar con llaves la casa. Olivia nunca entró al mercado ni compro las pilas para su reloj de mano. No volvió tampoco a su casa, ni escuchó nunca más un timbre.

Ahora vive en el campo del hombre que la encontró aquel día riendo con las palomas. El mismo hombre que le prometió amarla y cuidarla hasta que la muerte los separe, trepados los dos a un árbol.

Juana, la vecina, la visita todos los sábados para leerle historias y charlar con su amiga. Juana descubrió que el entendimiento sobre la locura está torcido.

A.NO. D

Si no fuera porque tuve que cepillar todo ese barro, nunca hubiera llegado a conocer la historia de esta alteración.

No sé de nadie que recuerde, solo tengo un vago indicio mental de la infancia. Cierta intuición o sensación sobre cómo o cuándo fue que llegaron, se instalaron, se apropiaron.

Hay un silencio absoluto, en mi cabeza resuena un eslogan, "Aceptar y NO Desaparecer" (A.NO. D), conjugación que me lleva al pasado.

Mientras friego con las cerdas de nylon, las imágenes se agolpan como descargas eléctricas.

Había que aceptar, prometieron que no sentiríamos dolor, que se trataba de una leve transición en la que desaparece el deseo y se liberaran nuestras vidas de la ambición eterna. La cosa es que con ese cambio la sociedad estaría mejor. Así, sumado al miedo de perder la existencia fuimos aceptando, sí.

A cada aparición visual en mi congestionado cerebro le sucede un profundo negro vacío, intermitencias luminosas y el recuerdo de aquel mundo lleno de color. Carteles brillosos, invasión en las redes, los medios, esa frase una y otra vez. A. NO. D, acompañada de destrucción y caos.

Al principio era solo una propaganda más, la insistencia fue convenciendo a unos pocos, que después fueron muchos, hasta asustar quizás a la humanidad completa.

El barro va saliendo de mi ropa, me doy cuenta que a medida que se aclara el agua, se lavan también los recuerdos.

Esas tres palabras detrás de las cuales nunca se vio a nadie, iban teniendo un efecto, desasosiego.

Uno a uno fueron languideciendo, "propensos a la fiebre que miran con avidez las piedras y el hierro", la tecnología mutó a un color, la naturaleza se resumió a tres tonos, "porque entre ellos no hay otra cosa que arena y leña y agua turbia". Asumo que "los habita una estirpe de hombres amarillentos y escuálidos".

Siento una lágrima recorrer mi rostro, una existencia sin límites llevada al adormecimiento. Apaciguaron la razón, el pesar. Apaciguaron las risas.

Somos una empresa de ropas grises y mi overol ya está impecable, no hay rastros de ese charco estancado de la esquina del trabajo, al que caí luego de haber visto un rostro lejano, un silencio obligado.

Sumergida en el barro asumí que así estamos bien, aunque si lo pienso a pequeña escala extraño a las señoras chismorreando en la esquina.

La educación ya no es problema, nos enseñan las operaciones que luego deberemos realizar en el trabajo.

Y ahora... que recuerdo todo, camino horas buscando esos ojos, para ver si inventamos un nuevo eslogan o resignificamos aquella efectiva frase, si armamos una revolución para devolverle el color a todo o si seguimos así, olvidando que pensar es un derecho inherente a nuestra existencia, olvidando que hay niños que mueren de hambre mientras todo lo demás sucede, que hay personas que quedan por fuera, olvidadas.

El árbol de braza.

La copa del árbol colmada después de haber dejado caer sus hojas, ramas que luego tendrán brotes para llenarse de flores, esas flores color rosa con blanco como las del durazno. La cosa es que nadie sabe ¿que es este árbol?, vuelan voces diciendo que esta embrujado, que tiene vida propia, (algo normal en todos los arboles), la diferencia en este es que siempre está cambiando la forma y color de sus hojas y que cuando alguien se acerca tan solo al observarlo se enciende en brazas y dispara chispas hacia todos lados. Solo los niños pueden acercarse y algún que otro anciano.

Por lo demás, no se sabe si el árbol da vida eterna o cura enfermedades, si cumple deseos o si está aquí solo para mostrar algo. Imposible saber su edad, todos creen que esta allí desde siempre, los lugareños lo protegen, piensan que es un árbol santo, (santo es un término de mi vocabulario por la educación católica y es la traducción que encontré para tolili como ellos lo llaman).

No voy a decir el nombre del pueblo, lo estamos preservando de la llegada de turistas, científicos, fotógrafos y periodistas; cuando rara vez llega alguno es porque alguna voz le llego hablando del árbol de braza.

Yo vivo aquí hace unos años, llegue sin querer perdida en la selva y desde el principio quise quedarme, me interesé por aprender y compartir las costumbres del lugar hasta que llegamos al árbol, al que por supuesto no me acerque y automáticamente entendí porque están tan escondidos y silenciosos; no salen de ahí, no hay senderos marcados solo unos pequeños surcos que conducen al rio y por ahí fuimos llegando el resto.

Como hablo varios idiomas el jefe decidió que, si quería quedarme, mi función seria traducir a los turistas que llegan y hacer hincapié en que se vallan, de lo contrario hacerlos entender que este es un sitio sagrado.

La comunidad es muy pacifica y armoniosa, cada quien hace sus tareas y cuando las terminan observar la naturaleza, los sonidos son siempre los de la vida silvestre, ellos poco hablan, mantiene un estado de contemplación absoluto.

No todos están tan contentos con recibir bien a los extranjeros, no confían en que guarden silencio sobre todo lo visto en el pueblo. Hay leyendas que dice que los que quieren irse se pierden en la selva y no regresan jamás a ningún sitio.

Una vez llego un botánico que escucho sobre el árbol atreves de un científico que le dio el mapa de cómo llegar, ¡maldito traidor!!.

_¿La verdad? me costó creerle vine verdaderamente motivado porque me hablo de la amabilidad de la gente y porque soy un estudioso de las plantas curativas sobre todo de las de la selva.

Pensé para mí que podían pasar dos cosas, que descubriera el árbol por su cuenta o que el jefe se lo mostrara lo que es de mi boca no sabría una palabra.

Hasta ahora no habían llegado botánicos, esto me despertaba cierta curiosidad sin dejar de tener miedo, si se descubre que el árbol tiene alguna propiedad es el fin del árbol y de todos.

Comencé a reírme y decir que lo habían burlado no existe semejante árbol que escupa chispas de fuego, no mencione lo de las hojas esto solo lo saben los lugareños algún que otro y yo. En fin el hombre me dijo que su intención era quedarse y que traía de otras tierras infinidad de hierbas y remedios. Entre tanto se acercaron los jefes y consejeros a dar la bienvenida y ver de quien se trataba. Eulalio que así se llamaba el forastero desplego su carta de presentación sacando cremas ungüentos jarabes y hierbas. Me hice a un lado y especté la reunión; vi como algunos se veían seducidos por tanta cosa y a su vez como el chaman de la comunidad se mantenía en silencio a un costado hasta que hablo:

_Será mejor que guarde sus cosas y se dirija a mí para hablarle a mi gente de medicina (en otras palabras y con esa intención)

Otra de mis tareas es ayudar a don Kajai a curar enfermedades y en estas tareas le comparto mi español y otras lenguas.

_ohh!! Buenas tardes señor, imagino que usted es el médico del pueblo, me presento con todo respeto y con la intención de ser su aprendiz y si lo deseara compartirle mis conocimientos de los últimos veinte años sobre plantas y medicina.

_Tendría Ud. Que haber hablado conmigo antes de maravillar a mi gente con sus juguetes.

Con el tiempo el señor Eulalio que supo guardar su lugar entro en confianza con Kajai y se los veía tener largas charlas, buscar hierbas, preparar remedios y cosas referidas a la especialidad. El botánico hizo una huerta para la cual habían traído y cultivaban plantas muy difíciles de encontrar en la selva, de un uso muy importante ya que con ellas se curaba a la gente de las malas fiebres y otras enfermedades.

Entonces llegó el día en que la aldea decidió mostrarle el árbol del cual hasta entonces nadie había hablado; tampoco le explicaron hacia donde lo llevaban y luego de él haber vivido la experiencia de las brasas le contaron todo lo que se sabía sobre la misteriosa planta que ellos consideraban obra de los dioses, todavía era un misterio saber cuál era el aprendizaje que debían tomar de él.

Eulalio no pudo pronunciar palabra ni acercarse ni nada, quedó atónito por un instante hasta que por medio de cálculos tomó las medidas correspondientes, alto, ancho y perímetro que le es permitido acercarse por el fenómeno. Nada lo emocionó más que saber que sus hojas cambiaban de color y de forma constantemente y las únicas características que permanecían eran sus ramajes y las hermosas flores que nacían antes que las hojas como en la magnolia.

Desde entonces toma un tiempo de cada porción del día para observarlo, cavar pozos intentando dar con sus raíces, pero nunca vió el momento en que se produce el cambio.

Todos visitan el árbol diariamente, los niños juegan, los ancianos se sientan a descansar y perderse en pensamientos; yo paso a saludarlo hasta donde me lo permite, este si fue un descubrimiento del doctor, cada quién tiene un perímetro diferente.

Empecé a interesarme por las cosas que ve, él escribe a diario en un libro que lleva consigo a todos lados; le pedí que me dejara ver sus anotaciones. Dibujos exactos de como se ve el árbol con o sin brasas, un acercamiento a su corteza; las distintas ubicaciones del sol pintan de colores diferentes cada sombra. De a poco me apasioné con él por saber sobre la existencia de esta planta, así fue que comencé a pasar muchas horas observando, con flores sin ellas, con cada tipo de hoja, con cada visitante; por último hacíamos ya horarios rotativos, una especie de vigilancia obsesiva que no nos daba descanso; lo bueno fue haberle causado tanta risa a la gente; se generó un chiste que nos ponía de humor a todos, y así se pasaban los días nosotros locos y ellos viendo a dos extraños acosar a lo que ellos tienen por tolili. El jefe se cansó, disgustado con nuestra actitud nos prohibió verlo; intentamos convencerlo, pero no cedió bajo ningún argumento, su respuesta fue, "el árbol siempre estuvo bien solo, al igual que todos nosotros".

Esa noche hubo una gran tormenta, rayos, truenos, lluvia como nunca, vientos con la fuerza de una ola gigante y entre todo un gran resplandor.

Al día siguiente todos trabajaron duro para recomponer la aldea, hasta que un niño vino gritando en idioma nativo, se hizo de repente el único silencio que escuche en mi vida, todos comenzaron a correr, lanzar alaridos y llorar, todos hacia el árbol.

Finalmente supimos que se había muerto, incendiado y que nos culpaban por su muerte, ya nadie nos miraba a los ojos, ni hacia chistes, fue la invitación más cruel y cruda a retirarme de un sitio, acompañada de vergüenza y miseria humana, algo me hacía sentir que quizás tenían razón. El doctor muy por el contrario enfrentó al jefe y a los consejeros diciéndoles que si algo podía hacerse él sabía cómo hacerlo, rió en su idioma y balbuceó cosas que no entendí hasta que hizo una pausa y dijo, - quien sabe las desgracias que vendrán sobre nuestra gente por no proteger el árbol, pueden ir a verlo si quieren y así sabrán el enojo de los dioses.

Cuando llegamos al lugar solo había cenizas, el llanto nos invadió a los dos, Eulalio como loco cavó tratando de encontrar raíces, y lo vio, un pequeño brote entre la parva gris cambiaba de color y la forma de sus hojas.

Este nacimiento era la respuesta a muchas preguntas sobre la vida y la muerte que la comunidad tenía, "ama la muerte y entenderás la vida".

Fin.

El día de mi muerte

Tus cervicales me suenan a regimiento de granaderos a caballo, salve la distancia de tu etérea existencia.

Hamburguesas con tomate almorcé todos los días, esperando. ¿Hace falta que no hablen? Digo, tus cervicales, quizás te están pidiendo a gritos que te relajes.

Zapatos de charol o zapatillas de colección, pestañas postizas o uñas metalizadas, decido cada detalle minucioso de la imagen de mí que quiero darles.

Que combinación majestuosa el trinar de los pájaros con la caída de la lluvia. No voy a decir quién está sonando de fondo, sería un cliché que ya no recuerdo.

Espero durante años que tus gatos inspiren los pinceles para besarte el corazón como lo siento, alcanzarte en la copa del árbol y posar mis labios en tus ojos. Después de un rato es necesaria una pausa y nadar con la corriente, dejarse llevar para ver a dónde vamos, ojalá sople del sur y lleguemos a ese lugar mi amor.

¿La sociedad? Ya ni me pregunto, decidí vivir mi parte y dejar de hacerme sangre coagulada, tanto grito que grité no me dio nada.

Chicharrones calentitos y esa tortilla en el camino para morir de risa a las doce y buscar los condimentos para mi sepulcro, "sepulcro", que palabra deprimente. Mis carcajadas van a hacer eco hasta levantar a los muertos, jugaremos guerra de cosquillas para pintar de amarillo las nubes, un sol verde y árboles celestes.

Quiero explotar el globo de tu chicle y que se te reviente el paraguas, que no te enoje cagarte mojando, y así moramos de risa, para darle una vuelta de rosca, al sinsentido de las verdades.

Me voy a llevar un ejército de muertos conmigo, para que ya nadie pague la casa en el cementerio, nos vamos al mar, al río, o a un cerro, después de nuestra criolla fiesta de los muertos. Criolla del siglo XXI con el esnobismo adecuado, anteojos de intelectual inventado.

Liberaré mi yo para quemar un par de pensamientos arraigados, junto con esta actitud reprimida de conceptos tomados, y así, cantaré mil poemas absurdos sobre el letargo. Bailaré en México y les enseñaré un tango. Extinguiré las palabras que estigmatizan la libertad de nuestros pensamientos y le cambiaré la dieta al chimango para que ya no tenga que carroñar ni andar peleando.

Mañana a las doce moriré de risa, también mañana a las doce es el cambio de banderas.

#DíadeMuertos

Ser un Jardín en primavera

Despertó con nuevas y eternas sensaciones, sensaciones que nunca dejará de percibir en adelante. Había humedad, olor a tierra, de su boca en aquel momento brotaban un sinfín de flores.

Plantó de a uno cada ejemplar que escupía, otros los colocaba en floreros que esparció por toda la casa. Preparó el jardín y la terraza para recibir a su madre que la visitaría esa mañana.

Por alguna razón las horas pasaban sin que se fuera el día, todo permanecía en una eterna primavera, las flores brotaban de a miles desde el centro de su cuerpo. Esto no la preocupaba, será por eso que me duele la panza, pensó y siguió adelante como cada amanecer preparando el recibimiento perfecto.

Sonaban las trompetas alegres de fondo, llamando la atención de sus oídos que transformaban la melodía en una dulce melancolía que envolvió su mundo.

Nunca se dio cuenta de que pasaron los años, nunca vio que su mamá no vendría. Sintió la urgencia de mudarse a México, y se fue sin decir nada, no existe motivo alguno que la mantenga atada en aquella realidad.

Su marido mantiene el jardín junto a sus hijos, así también llenan cada florero de margaritas, amapolas, rosas y lirios, perpetuando el amor de Clara, significando en la primavera a aquella mujer que los abandonó en la vida.

Siempre quiso conocer ese país, anhelaba festejar el día de los muertos y lo hizo sin entender que era uno de ellos.

Cinco años después llegó su madre, y por fin pudo sacar el pan caliente y la mermelada.

#DíadeMuertos

 Del mar al silencio

No llores le dijo el mar al silencio, si lloras se volverá triste el canto de las aves, tu colora ya no será el mismo, las sonrisas perderán su frescura; mantente infinito y efímero como las almas, así sabré cuando soltar las olas y los peces hablarán en tiempo perfecto.

No rías, si ríes se confundirán las mariposas y el perezoso perderá el ritmo, tu color será exagerado y las sonrisas perderán su frescura, mantente majestuoso e invisible y sabré cuando retirar el agua, el canto de las sirenas seguirá perfecto.

No duermas acompaña todo el día mi agua hasta que los dos seamos uno de azul sereno y profundo.

Mariangel Ojeda

Escritora,pintora, registro de arte y cultura

En esta página quiero compartirles mi literatura, arte y la información  cultural que voy recolectando en viajes.

 

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Brujas si las hay

El amor en los tiempos de cólera

Portada del libro Pétalo, en este blog se publicaran mucho de sus textos.

Cero hacia adelante

Cero a la izquierda, porque no a la derecha, o hacia arriba, abajo, adelante, atrás. Las palabras agujerean mi alma de esponja atolondrada, absorbo escurro y a veces olvido, olvido el arroz en el agua, mi mano pintada; camino los rumbos del erizo y el carpincho, un puercoespín en la espalda y la piñata que me dió letra para no volver a usar las flores aunque la pasionaria se lo merece, como la caricia, como el mar, anteojos de colores para mirar el cielo y recordar los castillos, los puentes, los árboles, los gigantes-la tormenta eléctrica me ama- me voy a la cima o al balcón terraza que adormecen las tardes e inspiran las mañanas, los caracoles del mundo se están revelando, me lo dijo una baba, la que se me cae dormida en el colectivo que no me lleva a ningún lado, sitio que frecuento todos los días a ver si respiro sueños, un olor color pastel pasión y las sensaciones más suaves que hay detrás del alambre de púa que divide las propiedades, este sol candente que me ilumina la cara, que me cubre íntegra, rayito de sol, colchón de perros que quieren calor- aaaaaaaaaaaaaaaaaaa- canto la sirena que inspira mis visiones hace siglos, soy una joven en cuerpo de mujer y una vieja con alma infinita, soy la fémina de los cangrejos. Tengo un caballito de mar perdido seco y perdido, camon baby i love you, ¿qué?, ¿qué?, ¿Qué? "Sexi mother fucker".

Calle Angosta

"Los caminos aparecen entre sueños y desvelos", aquellos ya transitados vuelven y hacen eco de una vida pasada que aparece para refrescar la mente.

Cientos de personas, caras gestos, mentiras, verdades, desilusiones, risas, llantos, amigos, romances; un torbellino de ideas que intentan descifrar el presente, tan crudo y claro, inhóspito, pasible.

Luces encendidas, rincones oscuros, atraviesan la mirada fantasmal de un entierro. La muerte de la ilusión da vida a la fantasía que se alimenta de la realidad abrumante, el descontento y la felicidad, los seres con quien duermes, los que te despiertan.

"Los caminos aparecen entre sueños y desvelos", la vida, inframundos de colores y siempre las palabras tan mal usadas; eliges el silencio, aparece el abstracto, el viento sonando la copa de los árboles, los pájaros, las olas, los ríos, las piedras- idiomas de otra estirpe- los pasos en sus distintas superficies cantan lo que sientes sea tu voz o la de alguien que te agita.

Caminos cerrados, abiertos, la visión de un desierto que sopla o la de un vuelo que calma, la infinitud del mundo; te sientes grande hasta que lo piensas y te ves pequeño, existencia que late. Otra vez el silencio que habla más fuerte que los ruidos que te tumban, un sonar indiferente.

Caminan en el bosque las almas junto a los mágicos personajes de las ficciones que eliges, es un andar sereno. Te observan, les devuelves la mirada y solo eso, distancias perfectas y cálidas, no como la selva donde te excitan te intimidan, tanta abundancia; avanzas hasta donde seguro ves el regreso, las formas se agudizan acotando el espacio, opresión de magnitud, vuelves al bosque donde los colores son más planos, los tímidos verdes suavizan la firmeza de los cobres. El sol entra y te hace nido hasta perderse dando lugar al frio, tan sensible, los musgos que cubren las ramas muertas o pequeños brotes débiles perdidos en la espesura; el clavel del aire florece por debajo del manto que cubre la tierra te devuelve a las orquídeas, fascinantes, las que matan y embellecen.

El tiempo se acaba siempre, pisas el asfalto, caliente, motores, bocinas, voces, bisagras, portazos, persianas, la pava, heladeras, música, ya no quedan rastros del inmenso astro, la noche se mueve, la sombra te seduce. Como un imán la luna te conduce donde acontecieron millares de cosas, amantes, rivales, vidas, muertes, inicios, finales, travesuras, acertijos, secretos, recuerdos. De repente en tus oídos susurra un tango, tanta melancolía que ruega. La nostalgia y las melodías se apoderan de aquel surco, un hermoso blanco satelital ilumina y da vida a las paredes oscuras del callejón sin salida, los adoquines hablan del pasado, entonces tu alma y la de alguien más bailan los gritos acabados de aquella canción.

Cada quien habla su idioma, toda presencia te invita, te penetra sabes que eres tú y que otros también ruedan los caminos. Te detienes, respiras la soledad, un beso tibio germina tu cuerpo, despiertas, sonríes, solo hace falta callar las voces y palpar la realidad silenciosa que te corteja, la que quieras, vas de ida hacia la libertad transitando hoy la calle angosta, de paredes de hormigón, de ladrillo, las verdes, con techos o sin ellos, la magnificencia te sugiere la observes solo así de vez en cuando.

Mejor solo que mal acompañado

Las cosas andaban mal en el barrio, la miseria ya se notaba entre los pobres.

En una familia de siete hermanas, Soledad es la más grande. Viven de changas, tienen un caballo y un carro - donde juntan cartón y cacharros- que venden en la feria los domingos en la villa.

La cosa viene fea, esta vez el hambre mostró su cara más terrible. Dentro de la casa de la 28 y 5 corre un frío espantoso, helado, se le congela tanto a uno el cuerpo que ya no se siente dolor.

Soledad pasa mucho tiempo afuera, anda por ahí, recorre, observa y absorbe. Ve su lugar como el único sitio en el mundo, es donde se encuentran sus seres queridos, entre los que suma, además de la familia, el grupo de amigos y un novio. Tienen una costumbre espantosa, pasan horas encerrados o en la esquina fumando pasta base, así son sus amigos. Cada vez que lo hacen, quedan perdidos en el aire y conforman el paisaje de la tristeza abarrotada.

Un trozo de carbón encontró ese día fuera del almacén, lo tomó entre sus manos y se puso a pensar.

"Estás tan negro como yo, al menos tu destino es el fuego, te vas a convertir en una brasa brillante, en cambio a mí no hay nada que me encienda, preferiría otra vida, aunque no logro imaginarla, solo conozco esto."

Perdida en el humo del veneno que la consumía, se ausentó de su casa tres días, la familia siempre se preocupaba y recorría la villa esperando encontrarla, tirada en algún rincón o en alguna casa.

Escuché decir que algunas madres ante la desesperación y el miedo, prefieren comprarles las drogas a sus hijos, antes de que corran riesgo en ir a buscarlas.

Esta vez la encontraron en el chaperío, desmayada en un sillón a la intemperie, fatal decorado, perros moribundos dormían junto a ella, ¿quién sabe cuánto hacía que nadie comía? La llevaron a su casa y la encerraron en la habitación que comparte con sus hermanas para curarla, lo primero que hicieron fue quemar lo que refiriera a San la Muerte, y colocar por santos católicos y velas, para así rezar por su salud y liberación.

San la Muerte es un santo pagano, la creencia en él se extiende desde América Central, Paraguay, Misiones, Chaco, Formosa, el sur de Brasil, y, desde 1960, a causa de las migraciones, se extendió a el gran Buenos Aires. Se representa con una estatuilla de tres a quince centímetros, tallada en hueso, que toma forma de esqueleto con túnica y una guadaña en la mano izquierda. Para obtener su protección, la estatuilla debe estar bendecida, por lo que los devotos suelen ir a las misas católicas a esperar el momento de iluminar a su santo, sin que el cura lo note.

Soledad sigue sin reaccionar, agoniza, y en el momento que parece despertar, es por alguna convulsión que la duerme de nuevo.

El barrio reaccionó para que ya nadie muera a causa de las drogas, prenden una vela en cada puerta detrás de la cual algún niño esté perdido. Las botellas con fuego en las casas de aquellos que proveen el veneno, iniciaron la tragedia de una noche en llamas. Esa noche la villa ardía, las luces de las llamas crearon un clima muy especial, podría uno pensar que parecía el mismo infierno, pero no, es fuego de amor, un fuego que habla de quemar el silencio, cobrar por las vidas perdidas y luchar por los que pueden salvarse.

Dicen que una vez que sos devoto no lo podés dejar, se enoja y te arruina la vida. Mientras estás con él, su protección es oscura, te proveerá de lo que necesites a costa de tu alma.

Se cuenta que fue un monje jesuita, separado de la iglesia en tiempos de Carlos III, cuando lo excomulgaron, comenzó un trabajo de ayuda a los enfermos de lepra. Lo encarcelaron por ir en contra de la iglesia, en signo de protesta, ayunó en pié y así lo encontraron muerto, con su túnica.

Este santo concede venganzas y bienes materiales, su olor impregna la villa, el humo negro denso forma su rostro entre llamaradas, aclamado por las almas desprovistas libra batallas con los demás santos.

En la agonía que Soledad pasa, se hizo presente la desesperación, recordó el carbón y los pensamientos la llevaron a su vida, quizás, ese pedazo de madera quemada, le muestra que debe buscar más realidades para existir, y no devorarse a sí misma.

Sus hermanas y todas las vecinas siguen con las velas y rezan, ¿a quién? La iglesia católica tiene más muertos que la lepra, sea cómo fuera antes de morir será mejor orarle a su propia alma.

Cosa de espinas

Todo lo que quería era plantar una rosa. El tiempo la distraía o, quizás, el terror de clavarse una espina la obligaba a encontrar escusas para no hacerlo.

El deseo de tener aquella flor en su jardín crecía junto a otras cosas. Una belleza extraordinaria se apoderaba de ella, lo mismo que ese olor exquisito que surgía de sus poros.

Al tiempo en que esto sucedía, se sentía una con la naturaleza, una misma esencia, y este fervor se reflejaba en la atracción que producía a las personas que la rodeaban, personas que la amaban y respetaban. Este amor que le profesaban fue traicionado y herido. Nadie sabía de la obsesión con el cometido de la rosa, ni tenían una explicación que develase, ¿en qué momento de aquella exclamación de hermosura, fue que brotó esta filosa maldad en ella?

Así se desarrolla esta historia, Betania tenía el convencimiento estar con el cosmos, por lo que creyó ser bendecida y tener una condición especial frente a los demás, que tan ignorantes se conducen por la vida, así sin más, preocupados por los ovnis, sin ver los maravillosos mundos "extra ordinarios", que hay con tan solo observar.

Le indignaba pensar que sus amigos están siempre preocupados en algo que para ella no tiene valor alguno. Los trata con desidia, usa palabras fuertes en las verdades que considera ver sobre los otros, y sin ningún cuidado causa dolientes heridas en las personas que la aman, cual espina.

Ese día, el sol, adorado Dios, le anunció que era el momento propicio para plantar. Pensó que al quitarle las púas que sobresalían, sería más fácil tomarla entre sus manos. Las rompió una a una con una pinza, sin embargo, volvieron a brotar del tallo agujereando su piel. Con desesperación continuó la tarea de quitar las filosas puntas sin éxito, se resignó, dejó la rosa a un costado, el desconsuelo de no poder tener aquella hermosa planta en su jardín la envolvió en llanto, sus ojos se desvanecieron en lágrimas.

Cuando sus amigos la vieron, la llevaron a pasar la tarde al río, luego de haber agarrado un par de cosas para pasar la tarde.

Todos se divertían y gritaban en el agua. En cambio, Betania, pensó que aquel era un lugar para contemplar, no para dejar fluir una euforia ruidosa. Se alejó unos metros y ahí estaba, justo ahí, debajo de las ramas, dándose un baño de frescura, el hermoso colibrí. El corazón se le llenó de vida, entonces, fue hacia los otros para contarles, ya cerca de ellos se dio cuenta de que ningún sentido tenía develarles los tesoros de la naturaleza. "No hay peor ciego que el que no quiere ver." Automáticamente dio un resbalón en el agua, se dio un fuerte golpe en la cabeza, a lo cual adjudicó algún tipo de enojo del universo hacia ella, quizás por juzgar a los demás, quizás por creerse..., quizás...

Pasó mucho tiempo hasta que pudo plantar la flor espinosa, tan roja como su sangre, justo ese instante y muchos otros, después de aquella tarde en el río, no sintió el abrazo del cosmos. Solo el amor puro, sano, e inocente, siente la infinitud de la existencia, la voz de un pájaro, la sonrisa de un perro. El agua no sabe de soberbia, aunque así interpretamos la furia con la que arremete. La naturaleza es incapaz de elegir a uno sobre otros, o de castigar por alguna cosa. Ella vive en infinitas formas al alcance de nuestros ojos; y hoy, que Betania ya no siente a la luna querer llevársela consigo, hoy que su belleza es igual que la de cualquiera, ni olores, ni brillos especiales, la humanización ha sido completada, somos tan naturales como así también artificios de nuestra mente que ha trascendido el tiempo, historia tras historia, porque definitivamente, "errar es humano."

Aquel Lagarto

El siguiente relato nació, en Ayampe Ecuador en el año 2017.

Acaricio la luna con la mano peluda por ser un lagarto rojo, condición que me deja al desnudo frente a mis semejantes, entonces me visto de gallo para no ocultar mi belleza frente a los astros, pero sí ante los que no ven mis plumas; camino tranquila, me como el gusano y peleo con el pavo, el real, el de la gran cola. Mi coraje es el de una estrella en el firmamento, mientras, veo la isla donde rompen las olas y se agitan las almas de los que fueron ahorcados, me laten la espalda los muertos del cementerio del otro lado. Cavamos los huecos de nuestras cuevas, nos llenan la tierra de materia y nosotros los cangrejos la esterilizamos, cosa que no hacen todas las especies, algunas se pudren junto a la heladera que ya no enfría, en su motor anidan las ratas que se protegen entre tubos de las garras que sacian su hambre con mis tripas, así pasan las horas en trenes a remo, de infinitos vagones llenos de historias y de fantasmas, las familias ya no hacen sus mudanzas, ni las tías viajan con sus sobrinos, solo quedó el gorgojo del cereal en el vagón de carga, todavía huele al tabaco del pirata que trafíca queso y chorizo de ese pueblo por donde un día paso un suizo. Sin papeles ni permisos, ni controles, comprando caballos y tierras para casarse con la hija del comisario que estará feliz con la conveniente unión y el pueblo de los chorizos seguirá siendo el mismo, sin millones de nada que le interese al pirata, con la barriga al sol esperan la luna y la mano peluda del lagarto rojo.

La estupidez del iris

Sanguijuelas agujereadas de cigarro que consume el polen que comió la abeja. Amarilla y negra como el armazón de la carroza de carnaval del ´99, con su señora emperatriz de ocho años, confiada y segura como la uña de la mano que rasca la picadura del sapo, sapo sancudo con gusto a araña que me comí para interrumpir la cadena alimenticia que me dice que coma cerdo con durazno, ahogando la sed paranoica de complacer el absurdo juego de tu ciudad novela, donde los pelícanos mueren porque las garrapatas de su bolsa infectan la estupidez del iris que espera venga la indefensa hormiga a construir tu hormiguero. Mientras, vi reproducirse a la flor que se comió la abeja y la polución etérea de las almas que serán una nueva planta germinada por el sexo del eros que interrumpe el sueño de aquellos que no duermen y desconectan el chip de la dimensión conocida, los órganos se alteran ya que el sistema inmunológico justo fue hasta el almacén a comprar arroz inflado que activará las defensas contra los ninjas que quieren llevarse a la emperatriz, porque todavía no entendieron que era una teatralización para los corsos y como ya no puede usar sus pies por el dolor que le produce no despertar del sueño, practicara la forma de la mantis que bloqueará la agresión del contrincante para luego comerse al eros y despertar finalmente a escribir un cuento.


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